Vistas de página en total

sábado, 18 de septiembre de 2021

EL MURAL DE CARLOS SANTIESTEBAN

 Un relato de amistad

HEMEROTECA

NUEVA ALCARRIA                                        Artes y Letras                                     VIERNES, 6 de agosto de 1999

 


Recuperado un fresco de Carlos Santiesteban

 Durante el verano de 1967, un fraile agustino, Gonzalo Gómez Zamalloa, regentaba la parroquia de Ntra. Sra. de la Esperanza en Madrid. Un templo prefabricado construido al uso de aquellos años en los barrios periféricos de la capital. Su pasión por el teatro y por la culturización de la juventud, le llevó a encargar al constructor Fariñas, alzar un salón de actos, en los terrenos adjudicados a la iglesia. Allí se construyó un local que serviría para representar obras de teatro y revistas orales. A las revistas orales acudirían actrices, actores y personalidades del mundo de la cultura y del espectáculo. José María Rodero, Elvira Quintilla, Niní Montián, Trini Alonso, Guillermo Marín, entre otros. Se montaron obras como: "Llama un inspector", "La visita que no tocó el timbre", "Escuadra hacia la muerte" y algún sainete de los hermanos Álvarez Quintero. Festivales doblando canciones con montajes de zarzuelas y lectura de obras de teatro como, "Nosotros, ellas y el duende". Al mismo tiempo funcionaba el Cine club. Al más puro estilo de los años sesenta. "¡Viva Zapata!", "La» busca", fueron películas proyectadas y discutidas, la noche de los jueves.

El Padre Zamalloa encargó al pintor de Guadalajara, Carlos Santiesteban. Un mural para decorar la pared izquierda del patio de butacas. Su dimensión se extendía a lo largo de quince metros de longitud y unos tres y medio de alto. Santiesteban pintó el mural sobre el yeso de la pared, es decir,  con la técnica del fresco. Utilizó para ello paletillas, más concretamente cuchillas, marcando trazos sobre el propio yeso. Los motivos eran cuatro ángeles, personajes alegóricos de las diferentes sensibilidades de la cultura. La Literatura, la Pintura, la Música, la Declamación, etc. Uno de los ángeles tiende a escaparse del mural tras una volátil paloma de la paz. Sí efectuamos una lectura del cuadro, como si fuera un texto, encontramos como preámbulo, el ancla de la esperanza En su panel central, el grupo angelical presenta armonizando en sus manos una delicada expresión. El gran sol de Levante, nos anuncia el amanecer de la paz y la realización del hombre a través de la belleza y de la sensibilidad. El salón y su mural fueron símbolo de un desarrollo cultural, sin precedentes en un barrio de las afueras de Madrid. Además de ejercer un liderazgo social y cultural, este religioso de vocación tardía, logró que algunos jóvenes. Chicas y chicos, llegaran a la Universidad, siendo todos mayores de 20 años, después de estudiar el Bachillerato. El Padre Zamalloa, después de licenciarse en Derecho, profesó en la orden de San Agustín con 23 años. Esta experiencia de la vida, le permitió comprender a la juventud y él mismo les preparó y les presentó a examen en el Instituto, para entrar en la cultura y en la educación. Por si su saber hacer y estar en el mundo, le faltara alguna reválida, vivió el Mayo del 68 en el mismo París, durante aquel mismo verano. Detrás de estos eventos, allí estaban, la amistad y hermandad habidas entre el sacerdote y el pintor. Dos líderes embriagados por la sensibilidad.

En la primavera del año 1970, ante la incomprensión de aquella juventud, el Padre Zamalloa abandona la parroquia y los agustinos le nombran prior del convento de San Manuel y San Benito en la calle Alcalá de Madrid y definidor de la orden. A partir de estos años. El salón ya no tendría la misma actividad y el mural de Carlos Santiesteban levantaba acta de una lánguida decadencia cultural. El salón prestaba sus muros exclusivamente para las litúrgicas de la parroquia. No obstante, en muchos hogares se conserva el maravilloso mural como fondo de sus enlaces matrimoniales. El Padre Zamalloa falleció en septiembre de 1971, en un trágico accidente de ferrocarril, en un viaje de Madrid a Irúm.

En los años setenta, un incendio destruyó el techo del escenario. Y más tarde, en los años ochenta, una grúa utilizada para la construcción de un aparcamiento subterráneo, cayó sobre la mitad del tejado del edificio del salón, produciendo la destrucción del mismo y el comienzo de su desaparición. La comunidad agustiniana no supo o no pudo reconstruir el salón. Tampoco las autoridades del distrito tenían conocimiento de la joya que allí se guardaba. El complejo formado por la residencia de los párrocos y el propio edificio del salón no debía de estar en regla con las ordenanzas al uso en esa época. Y mucho menos tomar parte de un catálogo oficial. Ante el abandono general, el mural presentaba el aspecto que muestran las fotografías. El estado no podía ser más lamentable. El vandalismo, la incultura y la ausencia de toda sensibilidad, se habían ensañado con la delicada obra de Carlos Santiesteban. Meses después todo el complejo se destruyó y hoy es un solar que sólo conserva los baldosines del suelo del edificio. Al lado hay un aparcamiento subterráneo y el viejo edificio prefabricado, donde se ubicó la parroquia es un bogar de la tercera edad. La comunidad parroquial se ha fusionado en la iglesia de Santa Ana, que fue construida a cien metros de allí por el arquitecto Fisac, en los años sesenta. El único testimonio que queda de esta obra de Carlos Santiesteban es este material fotográfico. El restaurador ha logrado recuperar digitalmente el mural original con su total esplendor. Aquel fresco que ocupó la misma superficie que una vivienda de aquel barrio. Se encuentra atrapado en un CD ROM. Este trabajo es un recuerdo a su amical  relación. No hay duda que Gonzalo y Carlos mantuvieron una hermandad sellada por esta obra de arte que hoy podemos contemplar. Para el fotógrafo y restaurador del mural, Gabriel Taracena, también supone un recuerdo cariñoso al amigo fallecido. La publicación de este material fotográfico, así como la historia del mural de Carlos Santiesteban supone una exclusiva para NUEVA ALCARRIA y un desagravio para la obra de un artista de nuestra provincia.

 Pedro Taracena Gil





Damos un salto en el tiempo y pasamos de 1999 fecha cuando se publicó en La Nueva Alcarria de Guadalajara, el abandono del salón siniestrado y los actos vandálicos que destrozaron la obra de Santiesteban, hasta nuestros días. Sobre el mismo terreno del viejo complejo de la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, se construyó un aparcamiento, el centro médico El Torito y el centro de día del mismo nombre. 
Sería una idea magnífica que se pudiera hacer una copia en papel para que constara en algún rincón del centro de día, donde estuvo ubicado el salón cuyos muros albergaron el magnífico mural. 

Pedro Taracena
Periodista


MURAL DE CARLOS SANIESTEBAN



Pintor: Carlos Santiesteban

Restaurador digital: Gabriel Taracena

Fotos de las ruinas: Pedro Taracena 


No hay comentarios:

Publicar un comentario